Ha pasado mucho tiempo desde que Warhol pronunciara dicha sentencia: “quiero ser una máquina” y muchos se apuntaron y siguen apuntándose a esa máxima.
Parece que nos encontramos en una especie de clonaje infinito. Los artistas trabajan ya no en base a esa función utópica que debería seguir teniendo la utopía, si no en función de unos valores económicos y comerciales: la mercancía absoluta.
Se han reciclado todas las formas de la modernidad convirtiendo los museos en lugares de almacenamiento estético, y el mercado del arte en un parque de atracciones para pudientes (si es que en algún momento fue otra cosa) de tal forma que en realidad uno puede salir de una “feria” de arte escuchando las mismas conversaciones que si se da un paseo por el mercadillo de la Verdura : “ esto me gusta…esto está carísimo… esto no me convence demasiado…” ¿una competición estética de lo más banal? Las pocas diferencias que uno puede encontrar dejando a un lado los nombres y los precios… es que lo que te encuentras en el mercadillo bien podría encontrarse en un museo, pero no al contrario.
Hemos conseguido en la modernidad, y posteriormente lo hemos sacralizado, que el objeto en un museo sea considerado arte, de manera que si no es así, o no entiendes de arte, o no estás a la última, o no entiendes la complejidad de la “conceptualidad” que intenta transmitir la obra debido a tu ignorancia respecto a la vida del artista pues no aparece en artnet … FALSO. Dicha afirmación es tan falsa como la es esa supuesta obra de arte. Pero no voy a entrar en la interminable discusión de la finalidad de la obra de arte, o si el arte realmente conoce su finalidad si es que la tiene o la tuvo.
Si aceptamos esta falsedad en la que se ve ahogado el mundo del arte contemporáneo, nos encontramos ante un disfraz, o una falsa venta. Nos venden como arte la vulgarización del objeto/obra, lo que nos deja en una posición de servidumbre, de admiración colectiva hacia unos “objetos” que no hacen más que producir incontables beneficios de los que no tenemos ni la menor idea de a dónde van a parar. Y quizás sea mejor no investigar lo suficiente como para averiguarlo.
Esta vulgarización de las obras va mucho más allá de las obras museísticas y tal vez se entienda mejor con otro ejemplo. En el mundo/negocio/mercado de la música , los “artistas máquina” parece que beben de una fuente inagotable de recursos repetidos hasta la saciedad y sin embargo recibidos por el público como innovadores. Es entonces el “ hombre masa” que muy bien describe Ortega y Gasset el que se deja controlar, o a la vez es ese mismo hombre/consumidor el que dirige sin darse cuenta el mundo de la llamada cultura.
Nos encontramos en la espiral infinita de lo Kitsch… todo tiende, valga la expresión a “artistificarse” , y a “culturizarse”, todo es arte y cultura a la vez… un gran problema. Si se entiende como cultura todos aquellos acontecimientos relevantes llevados a cabo por una sociedad, y que por ello pasan a la historia, pues evidentemente la cultura es muy amplia, y claro, Sabina es cultura y arte, la fiesta nacional es cultura y arte, Rock in Rio es cultura y arte, y los museos son cultura y arte, en todos ellos están los artistas y describen nuestra cultura, o nuestra "industria cultural”... sólo que a diferentes precios.
Como hombre–masa puedes disponer de la obra de Sabina y disfrutar del tremendo placer de una corrida de toros, pero para disfrutar de un Warhol, tienes que entrar en una galería o en un museo, que son los que administran esos “ bienes artísticos”
En conclusión...los artistas del Renacimiento pensaban que hacían pintura religiosa y en realidad estaban haciendo obras de arte… ¿ qué hacen ahora los que creen hacer nuevas obras de arte? ¿ dónde está el “arte”? ¿ en qué punto se encuentra de su existencia? Tal vez no asistimos más que a la decadencia, a los últimos coletazos de lo que hasta ahora conocíamos como tal.
Si es cierto lo que Baudrillard dice, no nos queda más que sentarnos y presenciar el fin:
“el arte condenado a esta ideología fetichista y decorativa deja de tener existencia propia, se podría decir que nos encaminamos hacia la total desaparición del arte como actividad específica”
Hugo A. González Santeiro a 13 de Marzo del 2010.